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La calidad del agua de lavado, un aspecto fundamental

Lavado - 08 ago, 2019
Lavado

El suministro eléctrico, la potencia contratada, el espacio físico o los equipos próximos son, todos ellos, factores que debemos tener en cuenta a la hora de instalar un equipo de lavado industrial como los lavavajillas para hostelería. Sin embargo, no hay aspecto más relevante que el agua de red. Esto es así porque la mayoría de los casos de malfuncionamiento son consecuencia directa de una mala calidad del agua de lavado.

Si queremos evitar averías o lavados deficientes es imprescindible que hagamos un estudio de la calidad del agua de lavado antes de hacer la instalación. Para ello, debemos valorar criterios como la presión, dureza total, cantidad de sólidos totales disueltos (TDS), conductividad, concentración de cloruros y PH. Analizamos todos estos criterios para medir la calidad del agua de lavado a continuación.

 

La presión, un factor fundamental para la calidad del agua de lavado

Cuando hablamos de presión nos referimos al empuje del agua dentro de las canalizaciones y dependerá tanto de la instalación del edificio como del proveedor de agua corriente. Una presión demasiado alta puede afectar a la efectividad del aclarado y ocasionar que el equipo abra la válvula de seguridad de forma regular. Para solucionar este problema, debemos instalar un equipo manorreductor.

 

Sobre la importancia de la dureza total y la cantidad de sólidos totales disueltos

La dureza total, por otra parte, es la cantidad de sales de calcio y magnesio que se encuentran disueltas en el agua. Se trata de una de las características que más afecta a los equipos de lavado industrial, ya que puede formar depósitos de cal, ocasionar obstrucciones o corroer los metales. Un descalcificador nos ayudará a corregir un agua de suministro demasiado dura.

La cantidad de sólidos totales disueltos (TDS) afecta especialmente a la corrosión de los metales, ya que se encuentran en concentraciones más altas que otros sólidos y son más agresivos. Los descalcificadores comunes no los eliminarán, así que debemos aplicar un tratamiento de osmosis. Eso sí, siempre con un descalcificador previo.

 

Otros factores importantes para medir la calidad del agua de lavado

La conductividad es la capacidad del agua para conducir corrientes eléctricas. A diferencia de lo que se suele creer, el agua dulce, per se, no es conductora de la electricidad. Son las sales y los sólidos disueltos en ella los que la ionizan y la convierten en conductora. La corrosión metálica por electrolisis es uno de los principales factores de envejecimiento de los equipos, que, a largo plazo, acabarán estropeándose. Evitando los sólidos disueltos, mediante un tratamiento de osmosis, evitaremos la conductividad.

Por lo que respecta a la concentración de cloruros, los productos clorados como la lejía suelen usarse para desinfectar las aguas que llegarán a la red de suministro. Acostumbran a ser parcialmente retirados antes de que eso suceda, pero puede darse el caso de tener un agua de lavado con una concentración de cloro demasiado alta. Para solucionarlo, utilizaremos filtros de carbón activo.

Finalmente, la concentración de iones presentes en el agua – o, lo que es lo mismo, el PH, la acidez o la alcalinidad del agua – es la característica que marca que los detergentes y abrillantadores tengan más o menos efectividad. Para compensarlo, es importante utilizar los productos de limpieza adecuados y en las cantidades recomendadas.

 

Debemos evitar la mala calidad del agua de lavado

Una mala calidad del agua de lavado no solo afecta a los equipos de lavado industrial como los lavaplatos o lavavasos, sino también a la practica totalidad de los equipos de restauración que utilizan el agua como suministro – fuentes, fabricadoras de hielo, hornos, etc. -, por eso, es tan importante estudiar cuáles son sus propiedades y contrarrestarlas si no están dentro de los parámetros adecuados.

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